"Un día sin risa es un día perdido"   Charles Chaplin

Hoy me he levantado con ganas de gritarle al mundo que todo va genial, que este día es el comienzo de algo maravilloso.
Hoy volveré a ser esa niña que sonríe por todo sin razón, la que saluda con un guiño, la que deja el móvil en casa y no le importa, la que canta en el coche a todo volumen, la que baila con el músico de la calle, a la que no le importa lo que piensen de ella. Esa chica.
Hoy todo es distinto, no importa que el día sea gris que llueva o que haga frío. Se acabó la tristeza, hoy te abrazaré y besaré como nunca, me reiré a carcajadas y disfrutaré cada segundo de mi existencia.

"Ser feliz no es tener una vida perfecta, sino reconocer que la vida vale la pena vivirla a pesar de todas sus dificultades". "No esperes los buenos momentos para ser feliz, sé feliz y los buenos  momentos vendrán". "La felicidad es un camino no un destino". "La felicidad está dentro de uno, no al lado de alguien". "No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita". "La felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace". "La felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante".

Esa sonrisa fingida. 

Te despiertas por la mañana y cuidadosamente te colocas esa máscara, intentas que todos vean lo fuerte que eres mientras que por dentro, luchas irremediablemente con tus ganas de gritarle al mundo "a la mierda todo". Ese "nada, estoy bien" que esconde detrás mil palabras, mil lágrimas e incluso mil reproches. 

Esas palabras calmadas que dices a quien día tras día te daña con las suyas. Ese whatsapp que contestas con una carita sonriente mientras lloras en tu habitación. Esa expresión  de desilusión cuando esperas una llamada que nunca llega o cuando te das cuenta de que la persona que ves al fondo de la sala no es la que tu creías. 
Seré ese payaso triste, ese que pinta de colores el mundo de los demás olvidándose de sí mismo, ese que vuelve a su casa día tras día llorando pero con su sonrisa fingida.

"Eso que siento cuando me observas"

Miro el reloj desesperada. Las ocho de la mañana. Llego tarde. Apresuro mi paso sujetando los libros  contra mi pecho. Estoy cansada pero mis pies se mueven por inercia. Las mejillas se me sonrojan y empiezo a sentir ese sudor frío en la espalda, una pequeña sonrisa en mis labios y un brillo especial en mis ojos.

Subo las escaleras deprisa a la vez que desvisto mi abrigo y hago malabares con mis libros. Miro el reloj. Mi corazón late deprisa mientras intento disimular mi respiración agitada. Toco mis mejillas coloradas y desordeno el cabello con mi mano desocupada. Me siento.

Las ocho y diez minutos. Observo la sala. Un gesto de preocupación asoma en mi rostro, he llegado tarde. Busco un lápiz en el bolso, un papel en blanco y abro un libro. Capítulo doce. Comienzo mi lectura silenciosa. A cada frase levanto la vista y observo la puerta. Nada. 

Mi hoja continúa en blanco. Muevo el lápiz nerviosa. Las ocho y veinte. Pasos lentos se aproximan por las escaleras. Otra vez ese sudor frío, esa sonrisa. Intento esconderme detrás de mi libro. Levanto la vista por milésima vez y te veo.

Con paso firme. Camino erguida. Algo me detiene. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo desde las puntas de mis pies. El viento acaricia mi cara. Desordena mi pelo. La piel se me eriza. Cierro los ojos y se agudizan todos mis sentidos. Frío. Tranquilidad. Silencio ruidoso. A lo lejos escucho voces, quizás risas, pero desdibujadas por el sonido de la tormenta y el gentío que me rodea. Respiro. Un día más. 

Abro los ojos. Sigo parada en medio de una multitud. Algo me impide caminar mientras observo a mi alrededor. Gente. Paraguas. Personas que se abren paso a empujones. Mujeres que saludan con un breve gesto al que no obtienen respuesta. Niños arrastrados. Coches a toda velocidad por carreteras encharcadas. Enfados. Gritos. Agua, resbala lentamente por mi cara y me obliga a parpadear.

Alguien toca el violín. Quizás un violonchelo. No lo sé. La gente me observa. Pasan a mi lado con cara de no entender mi locura. Me señalan. Nadie se detiene. Cierro los ojos de nuevo. Las gotas de lluvia golpean mi piel congelada. Me gusta esa canción. Muevo los labios intentando reproducir su melodía. En mi cabeza, una niña de enormes ojos baila, me observa desde el pasado con una tímida sonrisa. El tiempo se nos escapa entre los dedos y no nos damos ni cuenta. 

"Solo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar"

Paulo Coelho

Miedo. "Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario". "Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea". "Sensación asociada con lo desagradable". "Provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado". "Relacionado con la ansiedad". "Mecanismo de supervivencia y de defensa".  

Miedo a la soledad. Al fracaso.  Al paso del tiempo. La vejez. La enfermedad. La muerte. El fuego. La sangre. Las tormentas. Lugares cerrados y abiertos. La noche. La oscuridad. Los fantasmas. Las Alturas. Los subterráneos. Insectos. Arañas. Ratas. Serpientes. Gusanos. Agua. Miedo a otras personas. A los payasos. A las agujas. A no ser lo suficiente. A las opiniones de los demás. A ti mismo. 

Angustia. Desasosiego. Tu corazón late con fuerza. Tanto, que eres capaz de discernir sus latidos en un lugar ruidoso. Sudor. Frío y a la vez calor. Observas. Escuchas, pero estás paralizado. No piensas. No hablas. Sólo esperas. Cierras los ojos con mucha fuerza y te visualizas calmado. El espacio te envuelve. El sonido se concentra. Sientes que cualquier persona podría ver latir tu corazón . Lo sientes en la yema de los dedos, en la sien y te susurras "tranquilo ya pasó todo".